Cuando precisamente en estos días, las escasas parcelas que aún existen con este preciado bulbo en nuestro término municipal, se encuentran en plena producción, aportamos ahora algunos datos sobre el origen y evolución del cultivo del azafrán en Membrilla y en La Mancha.
El cultivo del azafrán procede de Oriente. Existen referencias del azafrán que datan del año 2300 A. C. A partir de esta fecha son variados y diversos sus usos en ritos y ceremonias religiosas, en medicina y en gastronomía, en el Antiguo Egipto, en Grecia y en Roma. A mediados del siglo X se cultiva esta planta en España, donde probablemente fue introducida por los árabes. Hoy el azafrán se cultiva en todo el Oriente (especialmente es países como Irán e India), en Marruecos, en algunos países de Europa como Grecia, Suiza, Austria, Inglaterra y Francia. España es actualmente el segundo país productor de azafrán del mundo por detrás de Irán.
¡OH! rosa del azafrán, triste destino te aguarda.
Te arrancarán tu vestido, y violada y profanada,
purificarán tu fruto en el calor de una brasa.
Y antes que otro nuevo día despunte bella zagala,
en la fosa de un camino te encontrarás olvidada[1].
El azafrán manchego es, sin duda, el mejor azafrán del mundo, sin embargo y por diversas razones, atraviesa desde hace algún tiempo una gran crisis por la falta de empresas y personas que se dediquen a su laborioso cultivo y recolección, la entrada en el mercado nacional, de azafrán más económico y de menor calidad procedente de otros países y la utilización de otros productos alternativos más baratos[2].
En 1999 se creó la Denominación de Origen “Azafrán de La Mancha”. En ese momento de se producían en Castilla-La Mancha 100 kilos de azafrán. En la actualidad, la cifra oscila entre los 500 y 1.000 kilos al año, dependiendo de las condiciones climatológicas[3].
La tradición del cultivo del azafrán se halla muy arraigada y extendida en Membrilla. Disponemos en nuestro término municipal de tierra donde se desarrolla en buenas condiciones y cerca del casco urbano, como es el caso de la vega del Azuer, se trata de un cultivo que requiere poco terreno, su explotación es de carácter familiar, sirve de complemento económico y es compatible con el desempeño de otras dedicaciones y tareas agrícolas[4].
“Vega de Azafrán durmiente, de maizales, huertas y alfalfares preventivos”[5].
“Pagos de azafranales, que convierten los otoños en floridas primaveras[6]”.
Afianzada la reconquista cristiana en nuestras tierras y constituida la Encomienda de Membrilla, sobre el azafrán y otros cultivos se imponían los diezmos, el impuesto eclesiástico que gravaba la producción y el comercio[7].
Pedro Almarcha nos apunta, que ya en 1725 “Son conocidos dos azafraneros, Lucas García y Juan Rodríguez Abad. Del primero apodado “el seco”, sabemos además que vendía el producto de forma suelta”[8].