A pesar de la gran cantidad de estudios y trabajos publicados en las últimas décadas sobre la Desamortización Española del siglo XIX y de la enorme importancia y transcendencia social, económica y política que este proceso de transferencia de propiedades ha tenido en la historia de España, no se ha conseguido superar la simplificación que para la mayoría sigue asociando la Desamortización al apellido Mendizábal.
La desamortización española fue un largo y complejo proceso histórico, económico y social iniciado a finales del siglo XVIII (1798) y cerrado ya muy entrado el siglo XX (16 de diciembre de 1924). Además de Mendizábal, otros promotores fueron Godoy, Espartero o Madoz.
Con la desamortización se pusieron en el mercado, previa expropiación forzosa y mediante subasta pública, las tierras y bienes que hasta entonces no se podían enajenar, en poder de las llamadas «manos muertas», la Iglesia Católica o las órdenes religiosas que los habían acumulado como habituales beneficiarias de donaciones, testamentos y abintestatos. También los llamados baldíos y tierras comunales de los municipios.