Acuarela

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martes, 12 de marzo de 2013

La elección de los dirigentes en las organizaciones sociales

Con motivo de la elección del nuevo Papa y de la crisis por la que están atravesando las organizaciones que conforman nuestra sociedad, políticas, sindicales, empresariales, deportivas o religiosas, me ha parecido interesante abordar el sistema arcaico, a través de “delegados o compromisarios”, que rigen los procesos de renovación de las élites que las dirigen, muy alejados del máximo democrático de “una persona un voto”.

Las personas constituimos organizaciones formales que nos permiten lograr objetivos que no podríamos alcanzar individualmente.

Existe una gran variedad de instituciones con estructuras complejas para organizarse internamente. Todas desarrollan una tarea imprescindible para vivir en sociedad, integran a los individuos en el sistema, proporcionan el conjunto de reglas y valores y se encargan de la producción y distribución de los bienes y recursos. El Estado es la organización máxima de un país, al que la sociedad ha encomendado la tarea del PODER de procurar el bien común y garantizar el orden social.

Desde el punto de vista estrictamente jurídico y formal, todos los ciudadanos de una sociedad democrática son considerados iguales. Sin embargo, tal como ha señalado el politólogo argentino Atilio Borón, los estados tienen una lógica de funcionamiento que organiza a las clases dominantes al paso que disgrega, fragmenta y desorganiza a las clases subalternas.

Autores como Iris Young y Carole Pateman, defienden la idea de igualdad interpretada a partir de lo colectivo, no tanto de lo individual. Sostienen que siempre hay un grupo mayoritario que ostenta una posición dominante, y que en ese dominio siempre se da un elemento de injusticia.

En la era de la información y la comunicación:

¿Es admisible confiar la elección del Papa de una Iglesia de más de 1.200 millones de personas, a tan solo 115 Cardenales?.

¿Es democrático que unos cientos de delegados elijan al secretario general de un partido político con medio millón de afiliados?.

¿Los consejos de administración de una gran empresa representan los intereses de todos sus accionistas?.

¿Los compromisarios de una federación que votan a su presidente, representan a sus millones de deportistas?

Las preguntas podríamos hacerlas con casi todas las organizaciones formales.

Estos sistemas de elección facilitan el control de las organizaciones por las élites dirigentes, los alejan de los subordinados y explican la crisis de legitimidad por la que están pasando.

Una sociedad avanzada y democrática no puede organizarse de esta forma tan precaria sin que aparezcan los conflictos.

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