Acuarela

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domingo, 7 de julio de 2013

Batalla de las Navas de Tolosa (I), extensión de los territorios cristianos

Península Ibérica hacia 1080
Extensión de los territorios cristianos

Entre los años 1010 y 1013, una guerra civil puso fin al califato omeya que había conocido su máximo esplendor con Abderramán III y la construcción de Medina Azahara. Se inicia así la fragmentación de Al-Andalus en diversos reinos conocidos como Taifas, favoreciendo la expansión de los territorios cristianos.

El rey Alfonso VI (1072-1109) fue el primero en hacer temblar el dominio árabe en nuestras tierras manchegas con la conquista de Toledo en el año 1085, llevando hasta el Tajo la frontera entre musulmanes y cristianos.

Comienza de esta forma la extensión territorial cristiana favorecida por un ligero crecimiento económico y demográfico, la aparición del “Espíritu de Cruzada” y algunos avances técnicos y militares. El posterior nacimiento y expansión de las órdenes militares, vino a dar el empuje definitivo.

En 1085 con la caída de Toledo en poder de Alfonso VI, se considera incluido el castillo de Caracuel en el reino de Toledo, aunque debió ser solo de “jure”, ya que años después formó parte de la dote de la mora Zaida en el año 1091.

En el año 1100 se produce un episodio singular en las cercanías de Malagón. Enrique de Borgoña, yerno de Alfonso VI es sorprendido con sus huestes por los árabes al mando de Jussuf emperador de Marruecos a los pies del Castillo de Malagón y la expedición sufre un revés. Enrique se salva únicamente por su cobarde huída.

A principios del siglo XII las conquistas y sucesivas perdidas de los castillos en las proximidades de Calatrava y Alhambra fueron continuas. Alfonso VII (1126-1157) realizó expediciones hacia Córdoba atravesando la Mancha. En 1130 en una incursión hasta Los Pedroches, Caracuel cayó en manos cristianas, aunque debió ser transitoriamente. Lo mismo ocurrió en 1142 con Almedina, posesión que finalmente no se consolidó, como sucedió con las demás fortalezas conquistadas en la Mancha.

El propio río Azuer, según los Anales Toledanos, debe su denominación a una batalla que tuvo lugar el 1 de marzo de 1143, en la que el caballero toledano Munio Alfonso, derrotó y acabó con la vida de dos caudillos musulmanes, a los que identificó como Abenzeta y Azuel, junto al río Adoro, que cambiará su nombre desde ese momento por el del segundo de los árabes.
Azuer poco despúes de su nacimiento

En octubre de 1144 todo el ejército imperial salió de Toledo en dirección a Andalucía: “Realizó muchas correrías por campos de las principales ciudades y villas andaluzas quemando muchos pueblos, castillos y cautivando muchas familias agarenas, de manera que la región de éstos desde Almería a Calatrava quedó desolada y en buena disposición para apoderarse después de las ciudades más principales y fuertes[1]”. Dos años más tarde, 1146, comenzó una nueva invasión de pueblos de África, “los almohades”.

En 1147, Alfonso VII, llamado el Emperador, tomó la ciudad de Calatrava y el vecino castillo de Alarcos junto al río Guadiana. También quedaron en su poder las fortalezas de Malagón, Benavente, Caracuel, Almodóvar, Salvatierra, Bolaños, El Tocón, Alhambra, Eznavejor, Montiel y cuantas le salían a su paso en el camino hacia Córdoba y Jaén pareciendo que finalmente la cristiandad desplazaría su frontera hacia el sur de la península.

Desde la conquista de Toledo en 1085, hasta la de Calatrava en 1147, los escasos habitantes de La Mancha, pastores en su inmensa mayoría, ante la imposibilidad de llevar a cabo un aprovechamiento agrícola, por las continuas incursiones que realizaban las fuerzas cristianas y musulmanas, vivían en campamentos o aldeas en la proximidad de puntos fortificados. Únicamente Calatrava y Alarcos podemos considerarlas poblaciones propiamente dichas.

Como vemos, la frontera en este periodo, más que una línea claramente definida que separaba ambos territorios, era “un espacio amplio y permeable en el que convivían musulmanes y cristianos”[2].

En 1157 se produjo la invasión almohade de la Mancha y la muerte de Alfonso VII, Rey de Castilla y de León, el 21 de agosto en una encina junto al río Fresnedas cuando regresaba de Almería. Fue enterrado en la Catedral de Toledo. En la actualidad no existe acuerdo sobre el lugar exacto de su fallecimiento en la “Fresneda” o “Las Fresnedas”. Según algunos autores ese paraje se corresponde con el actual de «La aliseda», en el término municipal de Santa Elena, provincia de Jaén; mientras que otros defienden que se corresponde con el actual paraje del mismo nombre situado en el municipio de Viso del Marqués, antes nombrado «Viso del Puerto», provincia de Ciudad Real.

La muerte de Alfonso VII supone la división del reino entre sus dos hijos, pasando León a manos de Fernando II y Castilla a las de Sancho III.

Ante la presión almohade, en Calatrava se funda, en enero de 1158, la primera orden de caballería hispana, que tomó su nombre del propio lugar.

Sancho III, el rey de la nueva Castilla, muere el 31 de agosto de 1158 con tan solo 25 años. Su sucesor, Alfonso VIII, había nacido el 11 de noviembre de 1155. Sin haber cumplido los tres años y huérfano de padre y madre, el niño rey fue confiado, tal como dispuso Sancho III en el lecho de muerte, a la tutela y educación de don Gutierre Fernández de Castro, miembro de una de las primeras familias de Castilla[3], convirtiéndose en regente del reino, hasta que esta función le correspondió a Nuño Pérez de Lara en 1164.

El 11 de noviembre de 1169, Alfonso VIII al superar su minoría de edad, con tan solo 14 años, se hizo cargo personalmente del reino de Castilla.

En 1170 vuelven a tomarse las fortalezas de La Mancha por los árabes y de nuevo los calatravos las recuperan. En septiembre de 1170 se casa en Tarazona Alfonso VIII con Leonor de Plantagenet, hija de Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania, y hermana de Ricardo Corazón de León.

En 1172 se desencadenó una nueva campaña Almohade dando un vuelco a la situación, desde esta fecha y hasta las Navas de Tolosa se intensificaron las luchas en la Mancha.

En el año 1180 Alfonso VIII vende el castillo y la población de Malagón a la Orden de Calatrava por 400 maravedíes de plata, y el pueblo se convierte en una Encomienda de dicha Orden.

El 1 de junio de 1180 nació Doña Berenguela, la primera hija de Alfonso VIII tan vinculada a Bolaños de Calatrava.

En 1187 la Orden de Calatrava dominaba entre otros los castillos de Alarcos, Ciruela, Piedrabuena, Dueñas, Guadalerzas, Malagón, Calatrava, Benavente, Chillón y Caracuel, planteándose seriamente la posibilidad de mantener los territorios, propiciando la repoblación y fortificación de las villas y fortalezas como base para una posterior conquista de Al-Andalus. Ese mismo año están también en poder de los cristianos los castillos de Albaladejo, Alcubillas, El Tocón y Santa Cruz de los Cáñamos.

Años después, Alfonso VIII desarrolló en Alarcos un proyecto ambicioso, iniciando la construcción de una ciudad de nueva planta en torno al antiguo castillo islámico. En pleno proceso tuvo lugar la batalla de Alarcos el 19 de julio de 1195, entre los ejércitos castellano y almohade. La derrota cristiana supuso además del freno en las aspiraciones de la conquista de Andalucía, un duro golpe para Orden de Calatrava y el establecimiento de la frontera en las proximidades del Tajo.

Después de la batalla de Alarcos, los Calatravos llegados desde Ciruelos, Zorita, Cogolludo y otras villas, al mando de Martín Martínez con 400 caballeros y 700 peones, consiguen recuperar Salvatierra en 1198 quedando como único bastión cristiano en la comarca y desde allí atacaron en varias ocasiones las posiciones musulmanas llegando en 1209 hasta Andújar.

En el año 1198 fue conquistado el castillo de Peñarroya por las órdenes coaligadas de Santiago y San Juan.

En agosto de 1199 es posible que naciera en el Castillo de Bolaños de Calatrava, Fernando III el Santo, hijo de doña Berenguela y de Alfonso IX de León, aunque este extremo no está confirmado documentalmente[4].

Después de un periodo de tregua, las campañas cristianas sobre Andalucía provocan la reacción Almohade que se dirige a Salvatierra para acabar con este foco enemigo en pleno territorio dominado por ellos. En 1211 Salvatierra cayó en manos de los musulmanes.

Anexo 3) Castillo del Tocón, Membrilla

Ermita de la Virgen del Espino, sobre el Castillo del Tocón
Construido por los árabes en el siglo X sobre una motilla al lado del río Azuer, única elevación en el entorno que les permitía custodiar la vega, a la vez que asegurar el camino de Montiel que llevaba a Almedina y que era parte del que unía Toledo con Andalucía.

Las Relaciones topográficas de Felipe II, en 1575, se refieren al castillo y ofrecen una versión más que curiosa del origen de su nombre: “Y este nombre de Tocón se dixe porque en la dicha villa y extramuros de ella hay un castillo el cual es de terrapleno y cuando se hizo se fundo sobre un tocón[5] de encina que había muy grande”.

Durante el siglo XI desempeñó las funciones de mantenimiento del orden en los territorios y vigilancia de las principales vías de comunicación, viéndose involucrado en numerosos acontecimientos fronterizos, pasando de manos cristianas a musulmanas en varias ocasiones hasta su conquista definitiva después de las Navas de Tolosa. Madoz en su diccionario anota que el castillo del Tocón fue ganado a los moros antes de las Navas, quedando a su mando el capitán Meléndez Arias; pero otros autores como Miñano sitúan estos hechos un año después tras la caída de Moratalaz y habiendo soportado cuatro días de asedio[6]. En cualquier caso la conquista definitiva, dio origen a leyendas que relatan la conversión del Moro Jarique, la aparición de la imagen de la virgen oculta bajo un espino y la inspiración que produjo en los defensores cristianos.

Posteriormente se construyó en el Tocón la ermita de la Virgen del Castillo, convertida después en Virgen del Espino y fue vivienda del comendador de la Orden de Santiago propietaria del castillo desde 1213.

Levantado el castillo de Manzanares, la orden de Santiago protegió, cuidó, otorgó privilegios y amplió el castillo del Tocón, a medida que crecía la población y para contrarrestar el empuje de la orden de Calatrava.

El castillo del Tocón disponía de un foso que rodeaba la fortaleza, favorecido por la presencia del río Azuer con su correspondiente puente levadizo. Presentaba dos recintos o sistemas de murallas, tenía una torre para defender la segunda puerta de acceso. Dentro de la fortaleza había un patio central que daba acceso a varias dependencias, un pozo y torres en las esquinas.

Actualmente, la motilla donde estuvo situado el Castillo del Tocón, alberga la ermita de la Virgen del Espino y un mirador desde donde se puede contemplar la fértil vega del Azuer.

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<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> SÁNCHEZ LILLO, Jorge, "Ciudad Real en la alta Edad Media (912-1212) e itinerario de las fortalezas medievales" A.E.A.C. 1983. Pág. 36.
<!--[if !supportFootnotes]-->[2]<!--[endif]--> RUIZ GÓMEZ, Francisco, op. Cit., p. 115.
<!--[if !supportFootnotes]-->[3]<!--[endif]--> MARTÍNEZ DÍEZ, Gonzalo, “Alfonso VIII, rey de Castilla y Toledo (1158-1214)”, Ediciones Trea, 2007, página 25.
<!--[if !supportFootnotes]-->[4]<!--[endif]--> Sobre esta cuestión y la del origen y participación del castillo de Bolaños de Calatrava en la reconquista, no existe acuerdo entre la comunidad científica por las confusiones con la localidad vallisoletana de Bolaños de Campos.
<!--[if !supportFootnotes]-->[5]<!--[endif]--> Tocón: parte del tronco de un árbol que queda unida a la raíz cuando lo talan.
<!--[if !supportFootnotes]-->[6]<!--[endif]--> ALMACHA JIMÉNEZ, Pedro, “El castillo del Tocón” Conferencia en Membrilla, septiembre de 2007

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