Acuarela

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martes, 16 de julio de 2013

La Cruzada contra el Islam

Guerreros musulmanes S. XI
Mientras se producía la toma de Salvatierra, Alfonso VIII sin intervenir se encontraba en la Sierra de San Vicente organizando junto a su hijo el Infante D. Fernando, Diego López de Haro y el Arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, la ofensiva contra el ejército Almohade en 1212. 

Convocaron a las órdenes militares, mesnadas nobiliarias y milicias concejiles para su concentración en Toledo el 20 de mayo de 2012, día de Pentecostés. 

D. Fernando, infante de Castilla y heredero de la corona, solicitó al Papa Inocencio III, que concediera la categoría de Cruzada a la expedición bélica convocada para el año siguiente. La desgracia hizo que el 14 de octubre de 1211 falleciera en Madrid de fiebres altas, el heredero de Alfonso VIII, el Infante D. Fernando. 

Alfonso VIII ordenó a Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, canciller del reino y primado de España, que predicara dicha Cruzada. Y lo hizo, con gran éxito, aparte de ocuparse directamente de la complicada logística de la operación: mover un ejército de más de diez mil hombres durante un mes por La Mancha, despoblada y seca, en pleno verano. 

Pese al llamamiento de la Cruzada, no todos los reinos cristianos acudieron. Alfonso IX de León, primo y vasallo del rey de Castilla, se negó a prestar su ayuda y aprovechó la salida de las tropas Castellanas hacia el sur para invadir la Tierra de Campos y Portugal.

La participación de Sancho el Fuerte de Navarra, primo del rey castellano, fue simbólica, pues era amigo de al-Nasir, que le había proporcionado grandes sumas de dinero. Todo lo contrario que Pedro II de Aragón -Pedro I de Cataluña-, quien, desde el primer momento, fue incondicional colaborador de Alfonso VIII y, junto a él, todos los grandes magnates de su reino. 

A la concentración de Toledo llegaron además numerosos cruzados de toda Europa, especialmente del Mediodía francés, pero también de Alemania e Inglaterra. Son los llamados ultramontanos en la Crónica del Arzobispo de Toledo.

Aparte de las motivaciones religiosas, muchos soldados acudieron al llamamiento a cambio de una contrapartida material con la mente puesta en un enriquecimiento rápido que compensara los riesgos y sufrimientos.

En la campaña de las Navas la riqueza comenzó a fluir desde la conquista de las fortalezas entre Toledo y Sierra Morena.

Castillos como los de Malagón, Benavente, Alarcos o Caracuel no se encontraban especialmente surtidos de riquezas. En Calatrava por el contrario las ganancias conseguidas fueron sustanciosas. El botín se repartió a partes iguales entre ultramontanos y aragoneses.

Anexo 10) Castillo de Benavente
Ruinas del castillo de Benavente

El castillo de Benavente se encuentra a las afueras de la ciudad de Ciudad Real, en el despoblado de Benavente.

Se puede llegar a él por la carretera N-430 saliendo de Ciudad Real en dirección a Piedrabuena, una vez pasado el puente de Alarcos y la torre de Galiana.

De origen musulmán, era un pequeño castillo de forma cuadrangular con torre en el centro. Se despobló definitivamente con la expulsión de los moriscos en 1600. 

De sus restos tan solo queda trozos de muralla y un aljibe en el centro del castillo.

Anexo 11) Castillo de Eznavexore o Torres de Xoray

Se encuentra en el término municipal de Villamanrique, cerca de la carretera con Torre de Juan Abad. Se trata de una fortaleza de época musulmana, situada en lo alto de un cerro de 852 metros de altura, en el margen izquierdo del arroyo de las Aliagas, en el paraje conocido como el Estrecho de las Torres.

Su estado actual, francamente ruinoso, poco delata la importancia que este enclave pudo tener en su día. En las crónicas aparece nombrado con diferentes nombres (Avensore, Feznavessore, Hisb Abu Xoray y Santiago). Este emplazamiento ya tuvo una ocupación prehistórica, concretamente en la Edad de Bronce, como así lo atestiguan diferentes materiales encontrados en el lugar. Fue una de las fortalezas que dominaba el Valle del Alto Guadalén y, encargada de controlar el tráfico entre la Mancha y Andalucía.

No quedan restos de murallas, aunque pueden reconocerse aún los límites del castillo. Este tendría una forma más o menos rectangular con torres que guardarían ambos lados. De ellas sólo quedan en pie dos, pero podemos observar los vestigios de otras. Está edificado sobre roca y utiliza como materiales el sillarejo y la mampostería fundamentalmente. También encontramos una especie de foso interior, que puede tratarse de un aljibe y una sala rectangular orientada de Este a Oeste.

Son escasas las referencias históricas de Eznavejor en época islámica. Se sabe, gracias al historiador Dozy, que por aquí anduvo el árabe Aben Hafsum capitaneando una revuelta de moros y cristianos contra el emir de Córdoba. Hafsum fue derrotado por Valid Abdelhamid en el año 885 en Torres de Xoray. En el año 1031, al ser derrocado en Córdoba el último Califa Hixem III fue conducido prisionero a la fortaleza de Torres de Xoray, pero éste consiguió escapar de la misma y llegó hasta Lérida, donde murió cinco años después. En el año 1182 en uno de los avances cristianos, reinando Alfonso VIII, caen en su poder Montiel y Alcaraz y después Albaladejo, Santa Cruz y las torres de Xoray entre otros, pero esta ocupación no llegó a consolidarse ya que la derrota de Alarcos supuso la pérdida de estas plazas pasando todo el Campo de Montiel nuevamente a manos musulmanas.

En el año 1213 Alfonso VIII reconquista definitivamente las Torres de Xoray. En el año 1214, el 7 de marzo, Alfonso VIII dona, mediante Privilegio Real, las torres de Joray a la Orden de Santiago. 

Tal como nos apunta José María Lozano Cabezuelo[1], director de la Casa-Museo de Quevedo en Torre de Juan Abad, el genio de las letras ascendió: “Al cerro en que se halla Joray, esta gran fortaleza cercana a la Torre, para, una vez allí, el miope con la vista más aguda de las letras hispanas, recorrer la meseta y curiosear entre los derrumbes. La osamenta magnífica y derrotada de los restos de Joray inspiraron en el poeta su celebrado romance: Funeral a los huesos de una fortaleza que gritan mudos desengaños”:

Son las torres de Joray
calavera de sus muros,
en el esqueleto informe
de un ya castillo difunto.

Las dentelladas del año,
grande comedor de mundos,
almorzaron sus almenas
y cenaron sus trabucos.

Donde admiró su Homenaje,
hoy amenaza su bulto;
fue fábrica, y es cadáver; 
tuvo alcaides, tiene búhos.

Anexo 12) Rodrigo Jiménez de Rada

Nacido hacia 1170 en Rada o en Puente la Reina. Eclesiástico, militar, historiador y hombre de estado. Estudió filosofía y derecho en la universidad de Bolonia y teología en la de París. Teniendo el euskera y el castellano como primeras lenguas, a lo largo de su vida dominó también latín, italiano, francés, alemán, inglés, árabe y posiblemente griego y hebreo.

El arzobispo de Toledo conllevaba también el cargo de Canciller de Castilla. Por este motivo D. Rodrigo desarrolló una gran actividad no solo espiritual sino política. Solicita al Papa la consideración de cruzada, e interviene activamente en la minuciosa y detenida preparación del combate. Recorrió Castilla, Francia, Bélgica, Italia y Alemania, hablando a cada cual en su lengua, predicando la cruzada.

Cuando las huestes se reúnen en Toledo, junto con el Rey a todos abastece paga, obsequia y organiza la intendencia como demostración de su capacidad gestora y su inteligencia.

Don Rodrigo interviene después en el desarrollo de la batalla, acompañando siempre y aconsejando a su Rey, y participa activamente en la carga definitiva que tuvo lugar en las

laderas del cerro de los Olivares. Pero además D. Rodrigo fue el primer historiador moderno. Compuso dos obras fundamentales Chronica Hispaniae y Breviarium Ecclesiae Catholicae. La Chronica Hispaniae cambia el concepto de transcribir la historia. Hasta entonces todas las crónicas eran demasiado escuetas, reduciéndose prácticamente a unas relaciones de distintos reyes y de sus familias. D. Rodrigo redacta la historia de los hechos de España, aprovechando todo tipo de fuentes, no sólo escribe de los reyes sino también de sus súbditos o de los enemigos del monarca.

Anexo 13) Inocencio III 

Inocencio III, (1161-1216). Noble de familia italiana, incluso antes de ser elegido Papa ya era una personalidad respetable e influyente por su carácter y su gran formación teológica y jurídica. 

Papa número 176 de la Iglesia católica entre 1198 a 1216. Su papado se inició en medio de grandes convulsiones sociales y políticas en Europa en las que influyó de forma determinante. En España, declaró la Cruzada contra los almohades musulmanes favoreciendo la participación de cristianos de toda Europa.

[1] LOZANO CABEZUELO, José María, “Francisco de Quevedo desde la Torre de Juan Abad”, Ayuntamiento de Torre de Juan Abad y Fundación Francisco de Quevedo, 2007, página 60.

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