Acuarela

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martes, 1 de diciembre de 2015

2500 años de teatro

Desde el 2 de diciembre y hasta el 31 de enero de 2016, se puede ver en el Museo de Ciudad Real – Convento de La Merced, la exposición: “Theatralia: El teatro griego y romano ayer y hoy”

La muestra fotográfica, comisariada por D. Antón Alvar Ezquerra, catedrático de Filología Latina de la Universidad de Alcalá de Henares, recorre la historia y evolución de este arte, el teatro, nacido hace más dos mil quinientos años en Grecia, desde la perspectiva de los edificios, los textos y las representaciones. 

Transcribo aquí algunos párrafos del catálogo de la exposición: 

“No basta con leer un texto para que sea teatro: necesita representación y un espacio adecuado. Un edificio específico tampoco es teatro si en él no se da vida al texto dramático, ni cualquier actuación es siempre teatro, pues los rituales no lo son.

….y resulta admirable que esa simbiosis se produjera, en nuestro espacio cultural occidental, hace más de dos mil quinientos años en Grecia. Tanto como que el invento haya perdurado, con los altibajos que se quiera, hasta nosotros y goce aún de una vitalidad indudable.

Porque el teatro, en similar medida a la del ágora, es, por fin, algo que solo se explica plenamente en sistemas políticos que se asemejen a lo que hoy consideramos sociedades civilizadas y, de modo muy especial, a lo que hoy llamamos democracias. Pues a ellos acudían todos los habitantes de una comunidad, hombres, mujeres y niños, incluso ciudadanos de pleno derecho, extranjeros y esclavos. Allí se compartían emociones, se aprendían lecciones imborrables, se participaba de una celebración festiva y colectiva, se vivía, en definitiva, como auténticos seres humanos. Y eso es algo que hemos aprendido de los antiguos griegos y que nos ha transmitido a escala civilizadora la majestuosa estética del imperio romano. Allí donde hay teatro se huele a tragedia y a comedia, a confrontación, a diálogo, a llanto y risa, en definitiva, a humanidad. Allí donde hay teatro, la palabra se hace imagen y la imagen representa y actúa, haciendo posibles otras vidas. Allí donde hay teatro es posible el milagro. Por eso nos gusta y por eso hoy volvemos con fuerza renovada a sentir su poderosa eficacia narrativa y su inagotable capacidad para asombrarnos y para curarnos.

Los teatros construidos en el ámbito del Mediterráneo por griegos y romanos -en su doble versión de teatros propiamente dichos, destinados a las representaciones dramáticas convencionales y a otros muchos espectáculos de masas, o de odeones, destinados a espectáculos de canto u otros de carácter más exquisito y elitista- superan, sin duda, los varios centenares y de ellos son muchos los que se conservan.

Son teatros diferentes y fácilmente distinguibles unos de otros para ojos incluso poco avezados. Y, sin embargo, sorprende la constante unidad de su arquitectura, la coherencia de su diseño que apenas varía desde el sencillo esquema ‘a la griega’ (con orchestra circular y sin escena, invariablemente apoyados en la concavidad del terreno) a los formidables teatros romanos: hay algo de mágico, de poderosamente atractivo en los múltiples semicírculos concéntricos de sus graderíos, que trazan una geometría inconfundible, aparentemente democrática -pues todos los asientos parecen iguales- pero inevitablemente jerarquizada, pues ningún semicírculo está a la misma distancia del lugar en el que se produce la representación.”

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