En la efervescencia cultural y política del período prerrepublicano encontramos el trabajo de un núcleo intelectual socialista femenino que dará grandes frutos en la Segunda República. La emblemática obra de María Cambrils, Feminismo socialista (1925), servirá como referente teórico para el desarrollo de una ideología de corte feminista profundamente enraizada dentro de los planteamientos de los partidos obreros, especialmente del Partido Socialista[1].
En el terreno de las letras destacaron mujeres socialistas como Isabel Oyarzábal Smith, quien en 1931 atesoraba una larga carrera como periodista, escritora y traductora. De profundas convicciones feministas, el triunfo de la República acrecentó sus inquietudes políticas y ese mismo año se presentó en la candidatura del PSOE.
En este período brilló también la personalidad de la socialista Hildegart Rodríguez, cuyo trágico final -asesinada a la temprana edad de 21 años por su propia madre, también socialista y defensora de la maternidad en solitario- truncó una de las carreras intelectuales más vertiginosas y prolíficas de la Segunda República. Afiliada al PSOE y a la UGT con 14 años y licenciada en derecho a los 18 años, exploró el mundo de la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres con sus investigaciones en el terreno de la libertad sexual y la separación entre sexo y reproducción voluntaria.
En la abogacía destaca el nombre de la socialista Matilde Huici, especialista en temas de protección a la infancia. Fue abogada del Tribunal Tutelar de Menores de Madrid y directora general en el Ministerio de la Gobernación en 1931. Matilde Huici participó en el Consejo de Protección de Menores, desarrollando una labor en la que prevalecía la idea de modificar la tipología de la protección a menores, hasta ese momento monopolizada por las instituciones y planteamientos religiosos, convirtiéndola en una protección estatal y laica.
A pesar de no participar directamente en política, queremos destacar la figura de la pedagoga, jurista, abogada y escritora feminista Leonor Serrano de Pablo, nacida en Hinojosas de Calatrava, el 22 de febrero de 1890 y fallecida en Madrid el 24 de abril de 1942, que sufrió destierro en la Dictadura de Primo de Rivera en 1926 y finalizada la Guerra Civil el Tribunal de Responsabilidades Militares le abrió expediente y se la jubiló anticipadamente por “cuestiones oficiales”[2].
Las mujeres en los inicios de la Segunda República Española
Tras la celebración de las elecciones municipales el 12 de abril de 1931 y la proclamación de la República, en las elecciones generales del 28 de junio de 1931, curiosamente las mujeres pudieron ser elegibles pero no electoras.
Así lo determinó un decreto del 8 de mayo de 1931 que modificaba la Ley Electoral Vigente y declaraba elegibles como diputadas a las mujeres mayores de 23 años:
“Artículo 3: El artículo 4 de la Ley se varia en el sentido de reputar como elegibles para las Cortes Constituyentes a las mujeres y a los sacerdotes”[3].
Las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931, las primeras realmente libres en nuestro país, fueron de gran complejidad por las coaliciones entre partidos y el sistema de listas abiertas. El sistema favorecía a las coaliciones electorales amplias, la circunscripción electoral era la provincia en lugar de los distritos, se eliminó el artículo 29, se rebajó la edad de voto de los 25 a los 23 años y podían ser elegidos como diputados los sacerdotes y las mujeres aunque estas últimas no tenían todavía derecho al voto[4].
Resultaron elegidas diputadas tres mujeres: Clara Campoamor (Partido Republicano Radical) por Madrid, Victoria Kent (Partido Radical-Socialista) por Madrid y Margarita Nelken (Partido Socialista) por Badajoz, que tuvieron un gran protagonismo en el debate constitucional, sobre todo en lo referente al sufragio femenino que solo defendió ardientemente Clara Campoamor. Sus posturas no fueron unánimes. Es muy conocida la opinión de Margarita Nelken opuesta al sufragio femenino, según su argumento, con el nivel de preparación que la mujer tenía en ese momento, el clero influenciaría el sentido del voto femenino que sería decisivo en el triunfo de las derechas. Pero Margarita Nelken no participó en el debate parlamentario porque su elección como diputada no se confirmó hasta el 18 de noviembre, por problemas con su nacionalidad, cuando ya había sido aprobado el sufragio femenino en las sesiones de Cortes de 30 de septiembre y 1 de octubre de 1931.
Reconocido el derecho al voto de las mujeres en la Constitución de 1931, aprobada por las Cortes Constituyentes españolas el 9 de diciembre de 1931, la primera vez que pudieron ejercer ese derecho fue en las elecciones municipales de abril de 1933.
Los primeros meses de la II República fueron de gran movimiento ciudadano al que se incorporaron también las mujeres. Se crearon multitud de asociaciones femeninas en la provincia de Ciudad Real, como en Manzanares, Acción Ciudadana Femenina (10 julio 1932), Juventud Católica Femenina (24 de junio de 1932) o Campo de Criptana, Sindicato Femenino (13 abril de 1932), Asociación Femenina de Acción Popular (8 de abril de 1933), Grupo Femenino Socialista en 1933, Juventud Católica Femenina de la Parroquia (18 de junio de 1934), Juventud Femenina de Acción Católica (27 de febrero de 1936) y Agrupación Femenina Antifascista (27 de febrero de 1936).
[1] AROCA MOHEDANO, Manuela, “Biografías de mujeres socialistas”.
[2] MARÍN ECED, Teresa, “Biografía de Leonor Serrano de Pablo en Educación, Ciencia y Cultura en España, auge y colapso (1907-1940)”, Almud ediciones 2012
[3] Gaceta de Madrid, 10 de mayo de 1931
[4] SANCHO CALATRAVA, José Antonio, “Elecciones en la II República, Ciudad Real, 1931-1936”, BAM, Diputación de Ciudad Real, 1989. páginas151-152
En el terreno de las letras destacaron mujeres socialistas como Isabel Oyarzábal Smith, quien en 1931 atesoraba una larga carrera como periodista, escritora y traductora. De profundas convicciones feministas, el triunfo de la República acrecentó sus inquietudes políticas y ese mismo año se presentó en la candidatura del PSOE.
En este período brilló también la personalidad de la socialista Hildegart Rodríguez, cuyo trágico final -asesinada a la temprana edad de 21 años por su propia madre, también socialista y defensora de la maternidad en solitario- truncó una de las carreras intelectuales más vertiginosas y prolíficas de la Segunda República. Afiliada al PSOE y a la UGT con 14 años y licenciada en derecho a los 18 años, exploró el mundo de la búsqueda de la igualdad entre hombres y mujeres con sus investigaciones en el terreno de la libertad sexual y la separación entre sexo y reproducción voluntaria.
En la abogacía destaca el nombre de la socialista Matilde Huici, especialista en temas de protección a la infancia. Fue abogada del Tribunal Tutelar de Menores de Madrid y directora general en el Ministerio de la Gobernación en 1931. Matilde Huici participó en el Consejo de Protección de Menores, desarrollando una labor en la que prevalecía la idea de modificar la tipología de la protección a menores, hasta ese momento monopolizada por las instituciones y planteamientos religiosos, convirtiéndola en una protección estatal y laica.
A pesar de no participar directamente en política, queremos destacar la figura de la pedagoga, jurista, abogada y escritora feminista Leonor Serrano de Pablo, nacida en Hinojosas de Calatrava, el 22 de febrero de 1890 y fallecida en Madrid el 24 de abril de 1942, que sufrió destierro en la Dictadura de Primo de Rivera en 1926 y finalizada la Guerra Civil el Tribunal de Responsabilidades Militares le abrió expediente y se la jubiló anticipadamente por “cuestiones oficiales”[2].
Las mujeres en los inicios de la Segunda República Española
Tras la celebración de las elecciones municipales el 12 de abril de 1931 y la proclamación de la República, en las elecciones generales del 28 de junio de 1931, curiosamente las mujeres pudieron ser elegibles pero no electoras.
Así lo determinó un decreto del 8 de mayo de 1931 que modificaba la Ley Electoral Vigente y declaraba elegibles como diputadas a las mujeres mayores de 23 años:
“Artículo 3: El artículo 4 de la Ley se varia en el sentido de reputar como elegibles para las Cortes Constituyentes a las mujeres y a los sacerdotes”[3].
Las elecciones a Cortes Constituyentes de 1931, las primeras realmente libres en nuestro país, fueron de gran complejidad por las coaliciones entre partidos y el sistema de listas abiertas. El sistema favorecía a las coaliciones electorales amplias, la circunscripción electoral era la provincia en lugar de los distritos, se eliminó el artículo 29, se rebajó la edad de voto de los 25 a los 23 años y podían ser elegidos como diputados los sacerdotes y las mujeres aunque estas últimas no tenían todavía derecho al voto[4].
Resultaron elegidas diputadas tres mujeres: Clara Campoamor (Partido Republicano Radical) por Madrid, Victoria Kent (Partido Radical-Socialista) por Madrid y Margarita Nelken (Partido Socialista) por Badajoz, que tuvieron un gran protagonismo en el debate constitucional, sobre todo en lo referente al sufragio femenino que solo defendió ardientemente Clara Campoamor. Sus posturas no fueron unánimes. Es muy conocida la opinión de Margarita Nelken opuesta al sufragio femenino, según su argumento, con el nivel de preparación que la mujer tenía en ese momento, el clero influenciaría el sentido del voto femenino que sería decisivo en el triunfo de las derechas. Pero Margarita Nelken no participó en el debate parlamentario porque su elección como diputada no se confirmó hasta el 18 de noviembre, por problemas con su nacionalidad, cuando ya había sido aprobado el sufragio femenino en las sesiones de Cortes de 30 de septiembre y 1 de octubre de 1931.
Reconocido el derecho al voto de las mujeres en la Constitución de 1931, aprobada por las Cortes Constituyentes españolas el 9 de diciembre de 1931, la primera vez que pudieron ejercer ese derecho fue en las elecciones municipales de abril de 1933.
Los primeros meses de la II República fueron de gran movimiento ciudadano al que se incorporaron también las mujeres. Se crearon multitud de asociaciones femeninas en la provincia de Ciudad Real, como en Manzanares, Acción Ciudadana Femenina (10 julio 1932), Juventud Católica Femenina (24 de junio de 1932) o Campo de Criptana, Sindicato Femenino (13 abril de 1932), Asociación Femenina de Acción Popular (8 de abril de 1933), Grupo Femenino Socialista en 1933, Juventud Católica Femenina de la Parroquia (18 de junio de 1934), Juventud Femenina de Acción Católica (27 de febrero de 1936) y Agrupación Femenina Antifascista (27 de febrero de 1936).
[1] AROCA MOHEDANO, Manuela, “Biografías de mujeres socialistas”.
[2] MARÍN ECED, Teresa, “Biografía de Leonor Serrano de Pablo en Educación, Ciencia y Cultura en España, auge y colapso (1907-1940)”, Almud ediciones 2012
[3] Gaceta de Madrid, 10 de mayo de 1931
[4] SANCHO CALATRAVA, José Antonio, “Elecciones en la II República, Ciudad Real, 1931-1936”, BAM, Diputación de Ciudad Real, 1989. páginas151-152
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