El libro de Antonio Castro, “Estudio de la obra cinematográfica de Juan Antonio Bardem” contiene el DIARIO DEL RODAJE DE "LA VENGANZA" elaborado por Luciano González Egido, con estas referencias a Membrilla:
“Desde el 24 de junio hasta el 29 de septiembre de 1957, Juan Antonio Bardem y un equipo de técnicos, obreros y artistas realizaron las tomas de imagen para la película "La Venganza".
Plaza de Membrilla en un plano de "La Venganza" |
Bardem y su equipo, a lo largo de los tres meses de trabajo, conocieron gentes a las que nunca habían visto, oyeron canciones que nunca habían oído, se asomaron a paisajes que desconocían y lo que es más importante, experimentaron una luz, un calor, un género de vida y una situación espiritual, que les acercaron, con la inmediatez de una realidad vivida, a una España entrañable.
Los primeros metros se rodaron en La Membrilla (Ciudad Real) y los últimos en el cementerio de Torrelodones (Madrid); entre estos dos nombres muchos metros de película, muchas fatigas, muchos disgustos, muchos paisajes y muchos caminos recorridos.”
26 de Junio (Estos planos no aparecen en la versión final)
Primer día de rodaje. Se rueda en La Membrilla, un pueblo próximo a Manzanares. El primer plano que se rueda es un Travelling corto con José Prada, Jorge Mistral, Manolo Alexandre y Manuel Peiro, rodeados de viejos del pueblo en la plaza detrás de la iglesia.
Se trata de la escena 11 A y representa el momento en que Juan Díaz —Mistral— encuentra en la plaza del pueblo a viejos conocidos de antes de ir a la cárcel y deciden formar cuadrilla para la siega. Los viejos de la plaza se llamaban Pedro Valero, Marco Jiménez, Blas Quiñones, José Blanco, José Almalza, Mateo Morago... Mientras se preparan las tomas, los viejos se retiran a la sombra.
El sol va dejándose caer sobre la plaza cerrada por la iglesia de un lado y por una hilera de casas blancas de un piso por el otro. Después de unos días nubosos el sol se toma su revancha. No se puede aguantar a pelo y aparecen las coberteras más dispares y pintorescas: los sombreros de paja, las gorras, las viseras de tradición cinematográfica, los' sombreros flexibles. Entre dos tomas un viejo se cae redondo mareado y hay que llevarlo a casa.
Se ruedan los planos 31 O, 31 G, 31 K, 31 F, 31 D, 31 E . . . Planos generales de los grupos de viejos viendo a Juan Díaz atravesar la plaza y viendo aparecer a Luis el Torcido —Vallone— por el otro lado de la plaza. Bardem coloca los viejos bajo el sol implacable y ensaya con ellos el movimiento de cuerpo y de cabeza; les exjjlica el significado de la escena, se hace entender de ellos con facilidad.
Los viejos mientras trabajan no ríen, no hablan, apenas se mueven. ¿Qué pensarán estos viejos del cine? Son viejos de sesenta y setenta años; es posible que no sepan nada del destino que se le va a dar a sus imágenes. Es posible que no sepan qué es el cine. Pero ellos pasan sumisos, callados, impenetrables, obedeciendo a Bardem sin inmutarse; haciendo esto como podían hacer otra cosa, porque se les da dinero. Y obedecen.
Comemos a la sombra de la iglesia y después de comer sigue el trabajo. Se prepara un gran travelling con Mistral entrando a la plaza y descubriendo a Luis el Torcido.
Durante la toma se le salta a Mistral un bolón de la camisa, pero la toma continúa salvándose con un gesto mecánico del actor llevándose la mano al pecho. Al fondo del cuadro debe pasar un carro con una mula: no es fácil hacerse entender de una muía. El sol sigue apretando y cae otro viejo mareado; se arrimó a la pared y se dejó resbalar hasta quedar sentado en el suelo. Todos empezamos a asustarnos un poco. Dos viejos en un día son demasiados.
27 de Junio
Seguimos rodando en La Membrilla. Por la mañana se ruedan los planos cortos de los viejos de la plaza. Planos 31 A, 31 B, 31 C, 31 I y M. Son los mismos viejos de ayer, sus mismas blusas y sus mismos pantalones usados.
Bardem los escoge y luego va preparando los sucesivos cuadros con ellos. Los viejos no deben ensayar ningún gesto, apenas hay que obligarles a que sus ojos brillen un poco. Es suficiente su cara, apenas sorprendida, apenas cogida en sentimiento alguno, su cara a secas, la cara que se han ido haciendo a través de los años. Su cara rugosa, historiada, eficaz. Un hombre que gira sobre sí se llama Pedro Valero Lara. Francisco Muñoz y Alfonso Arias son dos hombres que dan un paso hacia adelante: es preciso colocar un tablón debajo de uno de ellos para componer bien el cuadro. Los tres hombres que miran se llaman Lorenzo Jiménez, Ramón Pintado y Manuel Ruiz.
Después todo el equipo se traslada a una gran plaza donde van a rodarse los planos 62, 65 C, 64 y 65 A y B, que representan la primera contrata de nuestra cuadrilla.
Mientras se emplaza la cámara en el nuevo lugar del rodaje, nos quedamos solos para tomar unos ambientes. ¿Os habéis fijado que el silencio suena? Esperamos a que los obreros vacíen la plaza de la iglesia; después tomamos el ambiente en la cinta magnetofónica; unos pájaros, un delgado vientecillo, un ruido inclasificable, un bordoneo —¿dónde?—, unos gritos lejanísimos... Luego tomamos el paso de un carro, saltando sobre el empedrado, dando bandazos, al borde de la ruina en cada golpe.
3 de Julio
Cambiamos de escenario. El campamento se instala en las afueras de La Membrilla, junto a un cruce de caminos.
El sol pega de firme. El plano que vamos a rodar consiste en una pasada de la cuadrilla que se acerca a la cámara, dice su diálogo y se aleja por un camino, Interviene la grúa y es preciso bajarla del camión, pero primero hay que desembarazarla de sillas de rodaje, de practicables, de pantallas— Después lentamente se baja del camión por unos raíles que hacen plano inclinado desde el camión hasta el suelo. Todo el mundo tira de las maromas para bajar la grúa, desde Bardem a los obreros: los consejos, los capataces espontáneos, la peor y más pintoresca desorganización asiste a la bajada de la grúa.
A media mañana llegan los actores, frescos y sonrientes. Se visten, se maquillan, pasan sus diálogos. Es necesario buscarle unas medias de lana para Carmen Sevilla: una mujer de público nos proporciona unas.
4 de julio.
Seguimos en La Membrilla, pero hemos cambiado de escenario. Nos alejamos del pueblo, pero desde el campamento vemos algunas casas blancas de La Membrilla.
5 de Julio
Hasta ahora, hoy ha sido el mejor día del rodaje. Rodamos lo que llamamos "el plano de la gran sinfonía". Sobre un auténtico mar amarillo, diez cuadrillas segarán escalonadas hacia el horizonte. Se ha levantado un aire fresco.
Todos le tenemos un particular aprecio a este plano. Gastamos toda la mañana en prepararlo. Intervienen más de cien extras. Son gentes de La Membrilla, que han ido llegando, en un continuo goleo, durante toda la mañana. Se han reunido en un barbecho y han esperado.
Luego se han formado diez grupos de catorce personas cada uno. Los responsables de cada grupo se llamaban Ángel Vellón, Juan Alarcón, Pedro Valdepeñas, Juan Jiménez, José Alarcón, Pedro Jiménez, Francisco Muñoz, Francisco Navas, José Torres y Vicente Moraleda. Se movían, bromeaban; las mujeres reían con voces agudas y nerviosas; los amigos no querían separarse y hacían sus componendas para permanecer en el mismo grupo. Los hombres con boinas, sombreros de paja, gorras renegridas de sudor y de algo más. Las mujeres con pañuelos a la cabeza, algunas con pantalones.
6 de Julio
Ultimo día de La Membrilla. Planos 237, 238 a 240, 243 a 246 y 256 a 258, que corresponden al triunfo de Juan de Díaz sobre la falta de solidaridad de sus compañeros.
Luego nos trasladamos a otro rastrojo, todavía intacto, para terminar de rodar la escena. El viento levanta nubes de polvo. Aparecen nuevas complicaciones con el caballo que monta Marco Davó.
Por la tarde se rueda la salida del pueblo de la primera contrata, en las.afueras de La Membrilla: hay una bandada de palomas y unas tinajas que costó mucho trabajo llevar allí.
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